Entre las cosas más lindas de las fiestas de fin de año están las tradiciones. Representadas por las cosas que hacemos, las que comemos, dónde y con quiénes nos reunimos, se van pasando por generaciones.
Las tradiciones nos hacen sentir parte de algo y no suelen tener muchos cuestionamientos, están hechas para seguirse y ya. Siempre nos parece que si queremos cambiarlas alguien va a molestarse, algo va a perderse.
En las fiestas decoramos las casas, armamos el arbolito, lxs chicxs esperan pasar a “la mesa de los grandes” y comemos vitel toné, torres de panqueques y tomates rellenos porque es la costumbre o aceptamos una playlist de dudoso gusto porque todos los años bailamos con eso y a medianoche salimos a ver los fuegos artificiales… o a tirarlos.
Sin embargo y por suerte, vivimos tiempos de preguntarnos si eso que hacemos es lo que queremos para nuestras vidas y entonces hay familias que prefieren fiestas con comidas más saludables, reunirse con gente que nos hace bien, elegir regalos de marcas que cuidan el ambiente… Y nos hace ruido festejar si alguien la pasa mal con nuestro festejo.
Sí, sí. En Santaclara, una marca cruelty free, queremos hablar de pirotecnia, porque todavía hay ciudades en las que está permitido su uso no profesional y la temporada de fiestas de fin de año es su pico de consumo. ¿Por qué un posteo para decir fuerte y claro “NO A LA PIROTECNIA”? PUES PORQUE CUANDO ALGUIEN SUFRE NO PUEDE HABER FIESTA. PUES PORQUE SI UN FESTEJO PROVOCA SUFRIMIENTO HAY QUE BUSCAR OTRA MANERA DE FESTEJAR. Así, simple, fuerte y claro.
Y no importa si en mi casa o en donde yo festejo no hay alguien que sufra. La pirotecnia con ruido ocupa mucho más lugar que el jardín o la vereda en la que estoy. Al lado, enfrente, en la otra cuadra y más allá hay personas y mascotas que sufren -y mucho- esos ruidos. Los perciben diferente a nosotros, no los comprenden y les resultan intolerables.
¿El uso de pirotecnia es una tradición? Claro. ¿Puede cambiarse? Por supuesto. Si todxs elegimos no usarla, ya estamos en ese cambio. Y el desafío es pensar si queremos fundar una nueva tradición. ¿Por qué no armar un cofre de deseos y propósitos para el año que empieza y abrirlo al año siguiente? ¿Por qué no elegir un color, un ingrediente, una canción, un baile, una coreo, algo que se convierta en tradición año a año? Algo que no asuste, que permita a todxs ser parte de eso.
Sean bienvenidos los tiempos de preguntarnos si queremos participar de tradiciones crueles o elegimos crear nuevas tradiciones en donde todxs seamos felices. Y la buena noticia es que depende de nosotrxs.
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