¿Por qué en la Argentina celebramos el Día del Maestro el 11 de septiembre? Curiosamente, en tiempos en los que la revisión de la cuestión de género nos atraviesa, seguimos refiriéndonos al “maestro” para homenajear a quienes se ocupan de la educación de nuestrxs chicxs, aunque siga siendo una profesión en la que las mujeres son mayoría.
Pasa que la fecha refiere a Domingo Sarmiento, aquel político y periodista sanjuanino que empezó su carrera como maestro en una pequeña escuela de San Francisco del Monte, en San Luis. Sarmiento murió el 11 de septiembre de 1888 y la importancia que tuvo para la educación fue enorme: no solo fue docente sino que pensó en la educación como un eje para estructurar un país en formación, al que llegaban gran cantidad de inmigrantes y era necesario formar en valores cívicos, en lectura y escritura. La Ley 1420, de educación gratuita, obligatoria y laica, que tuvo vigencia hasta muy avanzado el S. XX fue una parte central de su mirada de estadista.
¿Qué nos queda de todo aquello? las escuelas, que, muy a pesar de las corrientes que las dan por obsoletas, aun en plena pandemia mostraron cómo siguen siendo el espacio por el que pasa la educación organizada, aunque haya que quedarse en casa y todo pase por una pantalla. Y lxs maestrxs, en primer primerísimo lugar. Queda claro que la docencia requiere de mucha formación, en una carrera que empieza al inscribirse en el profesorado, pero no termina nunca, porque ser maestrx es siempre estar estudiando cómo enseñar mejor y actualizándose en los avances científicos. (Sí, sí, también hay maestrxs de lxs otrxs, pero hoy no hablamos de ellxs.)
Y NO SÓLO ES FORMACIÓN. TAMBIÉN ES SABER ESCUCHAR, SABER ESPERAR, TENER MUUUUUCHA PACIENCIA, SONRISAS Y PIERNAS PARA SENTARSE EN SILLAS CHIQUITAS. La docencia es quizás la profesión más generosa que conocemos, porque le exige a alguien que sabe algo, descentrarse de sí mismx para meterse en lo que trae otrx y desde allí, acompañarlx a aprender algo nuevo. Llevar los 30 procesos de aprendizaje (o 40, o 60), corregir trabajos, hacer boletines y reuniones de mapadres, de colegas, de equipos y planificar, y los turnos de recreo…
A lxs maestrxs les entregamos cada día lo más valioso que tenemos: nuestrxs chicxs. Es un voto de confianza cotidiana, que merece un gran reconocimiento, un festejo y claro, más bien, cómo no, un regalito.
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